El modelo agrario industrializado intensivo, que busca elevados rendimientos con un alto uso de insumos agrícolas (fertilizantes, semillas, fitosanitarios) y alta mecanización, junto con la producción y distribución en masa de alimentos envasados y procesados en grandes superficies comerciales son actividades, así como máquinas expendedoras que supone un transporte para reponerlas y que contribuyen al cambio climático y son altamente dependientes de los combustibles fósiles.
La cabaña ganadera, explotada en sistemas industriales con alta tecnología en los países del norte, ha experimentado un crecimiento exponencial gracias a la importación de piensos que se cultivan en los países del sur; lo que a su vez conlleva el expolio de tierras, nutrientes y recursos hídricos de esas zonas. Además, la expansión de los grandes monocultivos y de las instalaciones de la industria cárnica son responsables de gran parte de la pérdida de biodiversidad a nivel mundial.
El agotamiento, la degradación y la desigualdad en el acceso a los recursos naturales muestran la necesidad de promover otros sistemas agroalimentarios basados en los principios de justicia social, justicia ambiental y ecofeminismo bajo el enfoque de la soberanía alimentaria y la agroecología. La soberanía alimentaria es el derecho real de los pueblos a tener alimentos y recursos para la producción de unos alimentos seguros, nutritivos y culturalmente apropiados, así como la capacidad de mantenerse a sí mismos y a sus sociedades.
Todo ello nos invita a optar por productos de cercanía, ecológicos y con precio justo para todas las personas que se dedican a la agricultura.
Selección de artículos de nuestro repositorio idUS y otros:
Ponencia del Curso de Extensión Universitaria en Emergencia Climática: